El principio de la poesía es la tranquilidad interior, la armonía.
Todo lo demás es externo, y lo externo es tormento, ausencia de libertad y
dependencia. Se escribe en la verdad, en el amor único.
La literatura es sacrificio, abnegación sin recompensa. Nunca hay que
buscar la retribución, ahí está la virtud, el mérito. La literatura es un
sacerdocio con principios verdaderos. No sigas el camino del éxito, lucha hacia
la felicidad. El deseo no es un hábito, es un error repleto de humo.
Las cosas suceden por sí mismas, sin premeditación. La armonía de la
naturaleza nos sustenta, no la rechaces.
Aquellos que viajan con interés vivirán en el humo. Vivir en la
sabiduría elimina la culpa, atrae la mansedumbre. El mérito del poeta radica en
la humildad.
Prescinde de todo aquello, de todo aquel, que viaja hacia el éxito.
Lee los libros clásicos y observa. No te distraigas. El centro indudable solo
admite humildad, silencio y soledad.
Respira. Los indolentes número 33 y 44 me enseñaron a respirar en
lentitud. Siente el olor del dominio. Escucha tus propios recursos, nada podrá
abrumarte. Es la paz interior, sin éxito. Aleja de ti todo aquello, todo aquel,
que huela a interés. La excelencia personal es la humildad.
La palabra poética es razón, la palabra y el acto sin alardes. La
dignidad del poeta es la reputación de la humildad.