sábado, 17 de agosto de 2013

Diciembre siempre es triste




Diciembre siempre es triste. Sentado en el sofá, adquirido en Meguerry, con la funda marrón que cubre mis piernas, releo el contrato. Poseo la tentación de resaltar aquello que atañe y de tachar aquello que entristece, pero no lo permite Dante.

Toco el bolsillo de mi pantalón para asegurarme que las piedras permanecen en el mismo sitio, en el lugar de la mansedumbre, sin cristalizaciones.

Fumo para seguir amando a las coristas, a la música que hace olvidar las penas, a los reflejos de luz que la poesía fabrica.

Nunca podemos interrogarnos, la consulta limita, el error es la indagación, sus propias consecuencias. Los siniestros tratan de apoderarse de la belleza marchitándola. Los no poetas tratan de destruir la auténtica poesía fabricando la propia. Diciembre es siempre triste.

El reino de la belleza es el de la claridad, y la claridad es un don, viene del cielo, del cielo de los justos, del infierno de Dante.

Pobres siniestros, morirán como los tomates, marchitados por los bichos del campo, por la vida de la naturaleza, por la enumeración que es sacrilegio.