El viernes 23 de diciembre de 1988 recibí la visita del indolente
número 37. Permanecía en el sofá. Escribía el poema “Sobre la piel del mundo”
que luego apareció en La muerte oculta
(1996). Sostenía el cuaderno marrón y un libro de Dante. El número 37 me
entregó la caja mágica y una carpeta azul con gomillas, en ambos elementos había
una copia del contrato.
Ese día llovía. Llovía mucho. No hacía frío. Tenía un canario en una
jaula en la cocina. Le llamaba Señor.
Por las mañanas alegraba la oscuridad de la nubes con un canto peregrino, por
las tardes le limpiaba la jaula y le añadía el alimento verdadero.
Un día el canario fue perdiendo las plumas de la cabeza y al día
siguiente yacía en la jaula.
Todo aquello que pretendes suele ser hecho, y cuanto necesitas
realidad.
J. J. Cale me acompaña todo el día. Friday. La lluvia. La muerte del canario. El indolente número 37.
El contrato que leía mientras me sudaban las manos y la nuca se arrugaba.
Friday. J. J. Cale. El agua en los cristales y el camión de mudanza que me
llevaba de nuevo a Moguer, esta vez de visita.
La virtud es el síntoma de la ejemplaridad, la voluntad el hecho que
lo incita. Silencio y soledad. Los sonidos del canario dejaron de existir y la
noche acompaña, solo la noche.