Nunca habrá poesía hasta que dejemos de ser. Buscamos el camino, nos
guiamos de fuentes y de clásicos, entendemos que la ruta es la correcta. Pero
lo zetético solo aparece cuando hemos dejado de ser. Solo así seremos en la
verdad, en la virtud y en la justicia.
Los indolentes son seres que dejaron de ser en otra eternidad, y así
lo manifiestan. Buscan el silencio de las palabras y la soledad de las almas o
espíritus, de sus propias almas libres de los cuerpos. Han encontrado la
verdad.
Desde que abrí una de las dos cajas misteriosas leo el contrato cada
noche que estoy en casa. Antes de dormir y reclinado en la cama, repito palabra
por palabra todo lo que allí figura. Hay fragmentos que conozco de memoria y
los recito con los ojos cerrados. Otros párrafos intento saltarlos pero la luz
lo impide.
Cuando termino he perdido el sueño. Tomo las 9 piedras. Las recorro
con los dedos, las aprieto en la mano. Pierdo el miedo y pienso en Platón.
La segunda caja posee los recuerdos de las otras vidas. Siempre viajas
de un cuerpo a otro con la segunda caja. No es visible a los siniestros ni a
los acompañantes.
Observo la segunda caja. Toco su silueta. No he dejado de ser.