Cuando duele la cadera llamo
a Saúl para que recite a Parra. Lo hace con tanto entendimiento que los versos
se convierten en artefactos y la verdad en virtud. No me canso de escuchar su
silencio. Toma el libro entre las manos y mueve la boca sin sonido, con
adjetivación. La imitación al juego es un acto disciplinado que aparece en
domingo.
Lo políticamente correcto te
acerca a los siniestros. Tanta maestría poética no consigue justificar aquello
que no se sustenta. Se llama dar juego a algo que muere solo, con el tiempo.
Mencionamos nombres de
académicos, de otros que han estado muy cerca pero no han escrito nada, unos
cuantos poemas políticamente correctos y poco de ausencia que no es caos,
siempre pasado.
Los siniestros saben
agradecer la verdad. Interpones las propias condiciones a los atardeceres.
Llueve. Se inunda el pilón y rebosa una agilidad favorable.
Saúl se manifiesta en su
propia estirpe. Anoto en un cuaderno, en el móvil, en la cabeza el número
correspondiente a todas las estirpes. Todos tenemos un número. Un símbolo, una
revelación.
Leo el Corán. La palabra de Alá. Es curioso descubrir el mirto entre las
flores, el romero junto a las enredaderas y la menta con lágrimas.
Cuando duele la cadera no
pasan los minutos, los días son rincones y la mirada habita como un adversario
permanente. Me desnudo y respiro. Ser correcto poéticamente es falsa riqueza,
prefiero los tatuajes.
Gwen Stefani es Gwen Stefani (ella me enseñó a leer el Corán en Orrery):