miércoles, 28 de agosto de 2013

Prefiero los tatuajes




Cuando duele la cadera llamo a Saúl para que recite a Parra. Lo hace con tanto entendimiento que los versos se convierten en artefactos y la verdad en virtud. No me canso de escuchar su silencio. Toma el libro entre las manos y mueve la boca sin sonido, con adjetivación. La imitación al juego es un acto disciplinado que aparece en domingo.

Lo políticamente correcto te acerca a los siniestros. Tanta maestría poética no consigue justificar aquello que no se sustenta. Se llama dar juego a algo que muere solo, con el tiempo.

Mencionamos nombres de académicos, de otros que han estado muy cerca pero no han escrito nada, unos cuantos poemas políticamente correctos y poco de ausencia que no es caos, siempre pasado.

Los siniestros saben agradecer la verdad. Interpones las propias condiciones a los atardeceres. Llueve. Se inunda el pilón y rebosa una agilidad favorable.

Saúl se manifiesta en su propia estirpe. Anoto en un cuaderno, en el móvil, en la cabeza el número correspondiente a todas las estirpes. Todos tenemos un número. Un símbolo, una revelación.

Leo el Corán. La palabra de Alá. Es curioso descubrir el mirto entre las flores, el romero junto a las enredaderas y la menta con lágrimas.

Cuando duele la cadera no pasan los minutos, los días son rincones y la mirada habita como un adversario permanente. Me desnudo y respiro. Ser correcto poéticamente es falsa riqueza, prefiero los tatuajes.

Gwen Stefani es Gwen Stefani (ella me enseñó a leer el Corán en Orrery):