HAY un trabajo gustoso que
reproduce todas las obligaciones, una forma de actuar que recorre las venas al
atardecer. Alma, virtud, naturaleza, unidad. Dejo a un lado los libros de poesía,
en el otro los cuadernos marrones. En el centro existe un hueco inmenso,
infinito y neutral. Anochece. Preparo cena a Sócrates sin daño, evito querer a
las definiciones.
La limpieza del hogar es
belleza de espíritu. No queda ni un solo insecto. Deben andar afuera, entre los
árboles, en la tierra, sustentados por el aire y por ese poco de hoja que
sobresale. El tronco de la encina a la que abrazo posee en su centro un hueco
generoso.
La parte exterior de la
corteza, ese lugar público donde habitan las arañas, muestra su dureza y la
indefinición.
Ha subido el ángel negro
a la lámpara. Miro los dedos. Llevo dos anillos. Siento la sangre que recorre
las venas. ¡Qué trabajo gustoso!