MOLESTAR, hacer, dejar de
hacerlo. Hoy he mantenido una amplia conversación con un poeta auténtico que
dice que los libros están para comérselos. Los subraya, los tacha, los maneja,
los gasta, se los come a bocados. Un libro es un instrumento fiel a los
principios de la arbitrariedad, al roce, al gusto, al equilibrio.
Mientras exista el libro no
habitará el comercio, ni la venta ambulante, ni el manifiesto de aquel que lo
pretende. El libro es la sangre que habita entre las venas. Los pájaros, las
nubes, los insectos se reponen con los libros.
Si deseas otra cosa, no
tomes los libros entre las manos, prepárate para discernir, que es lo mismo que
hacer sin ser yo mismo.
Pobre mediocridad, le dije a
los dos gorriones que repetían el Pío,
pío, entre las intenciones.
La ceniza del cigarro, la
cera de la vela, el hielo derretido del vaso con alcohol. Y el humo, el humo es
el libro que nadie lee y aspira hasta las nubes sin el conocimiento.
D e j a r d e
s e r. Deseo morir y vivo entre tinieblas.