miércoles, 24 de abril de 2013

Tenores huecos



LA esencia no se agota. Es el énfasis, el gran anillo de oro de Juan Ramón, el silencio. No se precisa más, una dosis de soledad y una rama de encina donde agarro mis manos para nunca bajarme.

No me temen los pájaros. Acudo a la laguna que ha nacido cerca del centro indudable; la estación de las lluvias no ha dejado respirar a la tierra. Allí habitan los pájaros. Vienen desde muy lejos subidos en las nubes. Sobrevuelan con expresión, con tono, un gesto extraño motivará su marcha.

Ya me conocen, sus ojos me perciben como un pequeño gorrión subido a una rama de encina. Los anillos los dejé en la entrada de casa y el ángel negro se ha marchado hoy de paseo con el ángel de la guarda.

Ente de soledad o esencia, la entonación, el énfasis. Solo con la mirada los pájaros expresan mucho más de lo que sus patas pueden sostener.

La poesía es templanza, la obediencia suprema a la palabra única, dominar la armonía, agarrar el matiz que entra por la ventana, deshacerse de todos los desvíos, manchar las manos de tierra, escavar y respirar dentro del laberinto.

Cómo nos persuadió el falso pasado, intentaba convencer con el engaño y nunca fue creíble. Leo República de Platón y sus encantos. Levanto la cabeza un poco y los ojos de Pérez Galdós se abren. Su mirada es como la de esos tenores huecos de don Antonio.