PARA amar a la
belleza como apunta El Banquete
de Platón, el poeta debe buscar la armonía entre la ética y la estética. Debe
vivir con ambas cualidades que generarán la belleza del alma y de la obra
poética. Es el centro indudable.
Sigo en el nido blanco de los gorriones, aquel que
cuelga de la rama de la encina de hojas puntiagudas. El nido blanco es la
esencia, y la esencia es la armonía, la fusión de la ética y la estética.
Los no poetas
son demonios, interpretes que diría
Platón o Sócrates. Pero en la poesía la adivinación es un juego, nunca será un
sacrilegio. Los no poetas no poseen
ni ética ni estética.
Lo advirtió Platón, no persiguen ni el Bien, ni la
Belleza, ni la Virtud.
Amo el silencio absoluto ajeno a los embelesamientos.
Ética sin estética: buen hombre.
Estética sin ética: poeta sin centro indudable.
Ni ética ni estética: no sinceros, los embelesamientos.