HUBO una vez un búho que
visitó mi casa por la noche. Nos sentamos en el porche y, entre gusano y MM,
comenzó a definirme su visión del centro indudable:
UN poeta no puede confundir
la religión con la literatura. Hacerlo es un error que lleva al lado oscuro. Se
convierte en alguien con ausencia de criterio literario y hacedor de palabrería
hueca y sin fondo.
Su oscuridad es recalcitrante. Formará parte de las brigadas no literarias que circulan por los hemisferios de la mera instrucción.
El fondo es esencia, la forma es presencia. Defender la imposibilidad no es argumento, ni principio, ni analogía, es alteración y error.
Dando un sorbo al MM fresco
y agarrando con fuerza en la mano izquierda Poemas
y antipoemas, repetí: Las brigadas no
literarias, los recalcitrantes. Los recalcitrantes.