UNA lechuza muy grande y
ruidosa se ha apoyado en el pilón. Me he acercado a ofrecerle un poco de agua
pero dice que espera visita. Al rato, como si todo estuviera premeditado, ha
venido el zorro blanco. He abierto la ventana del baño, aquella que refleja en su
abertura el paraíso. Podré contemplar con un poco de miedo.
Una niebla muy densa se ha
instalado entre el reflejo y el pilón. Guardo silencio. Se han callado los
pájaros, los insectos y hasta los girasoles.
- Nunca he sido ni juez ni
parte –indica la lechuza-. Todo es mentira, no lo olvides.
El zorro blanco, que negaba
con su pequeña cabeza, le recrimina:
- La poesía es esencia, nunca
será utilidad.
La lechuza, tras mirar con
sus ojos al zorro blanco, ha salido volando.
¿Quién puede dejar de ser
realmente? ¿La lechuza, el zorro blanco, el espejo, la niebla, el silencio?
Un girasol valiente, aquel
que sobresale por encima de todos sus hermanos, se arruga y entristece.
Han vuelto a cantar los
pájaros, los insectos deambulan. El ciclo de la vida, que también es mentira.