Se escucha el mismo discurso, nos
hacer leer los mismos medios, ver las mismas series y películas, leer los
mismos libros. Somos receptores de idénticos mensajes que asimilamos, pensamos
que dejamos de ser ignorantes. ¡Somos libres! Nos repetimos una vez y
otra vez. Pero no lo somos.
Solo el silencio nos salva, nos
acoge, el silencio es lo sagrado, nuestra única creencia cierta, el poder y la
fuerza incalculable, la potencia que la naturaleza nos otorga. Solo el silencio
nos libera. Un silencio que nunca se detiene, que no deja que lo irracional nos
domine, nos controle, nos haga creer que somos libres.
El silencio debe ser nuestro
discurso, nuestro único discurso.