La información se ha convertido
en un monólogo inmenso, eterno, infinito. La información provoca daños
colaterales. La información está exenta de talento. Hay que olvidarse del
presente, y no lo hacemos. La información es como la flor de un día que
se marchita, que nace muerta.
A uno le entran ganas de aislarse
de la estupidez humana, pero eso ya lo hizo alguien, creo que fue el hijo de
Salinger. Hay que aislarse para leer.
La misión de un escritor no
consiste en escribir, radica en ayudar a leer. No se es escritor para que te
otorguen un premio, se es escritor siempre que se escriba para ayudar a leer.
La literatura actual está repleta
de notas para adornar, y está ausente de literatura. Lo primero no es
mío, como casi nada. Creo que es de Ramírez de Verger.
El lector no nace, se hace. El
espectador no nace, se hace. Nuestra responsabilidad es defender a los clásicos,
y alejarnos de la información banal que rodea nuestra vida. Hace 2000 años en
Japón se premiaba el no hacer. El no hacer.
En estos tiempos extraños pienso
en la idea de la poesía de Rilke, en la idea del yo de Juan Ramón
Jiménez. Me quedo con Rilke. A Juan Ramón le pasaba un poco lo que a Borges. La impersonalización
de Borges es impostada.
El silencio es ayudar a leer.