Ya no hay aplausos. Ya no hay
amor. Solo quedan las banderas y el miedo. Banderas que no sirven para nada y
un miedo que desprecio por comprensión y por sentido, por reverencia.
Ya nada importa. El mundo se ha
parado y solo existe el pánico, un terror contagioso que se ha convertido en pasión,
una cuestión artificial. Naturalmente respeto el orden jurídico de un Estado,
pero este no dispone de orden jurídico, y mucho menos de estado.
Una fase (φάσις - phásis)
es la primera etapa de un proceso, pero una fase es también una manifestación.
O un procedimiento que desea la liberación del yugo profano. Si analizamos el
conjunto de los actos del procedimiento es como si comenzáramos la primera fase
de un acto final, de un espacio temporal que solo desea la compasión. No existe
el lenguaje racional, y mucho menos la experiencia. Todo esto que vivimos ha
superado nuestra experiencia más lejana.
Vuelvo a arrojar la ceniza por la
azotea, el agua de la lluvia hace que no alcance su objetivo. Ladra el perro
del vecino de abajo. Se han agotado los fundamentos. La vida quiere poner un
límite al pensamiento, pero no lo consigue. Ofrece interpretaciones, solo
determina que se agota la paciencia, aparece el desprecio, por comprensión y por
sentido, por reverencia.
El silencio es intentar buscar el
sentido de un dios que dicen, es trascendental.