lunes, 18 de mayo de 2020

Día 65



A mi edad he dejado de creer en todo aquello que no se debe estimar. He dejado de escuchar todo aquello que no merece la pena atender. He dejado de leer todo aquello que no se debe interpretar. Las personas tienen derechos, derecho a seguir fraternizando con su cuerda y su agonía. A esta edad uno ya no está para soportar, aguantar, escuchar o leer, todo aquello que no llena, que no enseña, que no reporta un poco de belleza, de bondad, hasta de amor o de fidelidad.
Algo así como lo que hizo Eumeo cuando regresó Odiseo. Y, además, Eumeo junto a Filetio manifestaron su lealtad a unos principios. Hay muchas cosas nuevas que son dudosas, a decir verdad, son voluptuosas, capaces de hacernos perder el sabor, de invitarnos a experimentar algún placer que se acerca a la comodidad y a las formas ventajosas. En esto del arte sigue existiendo el vasallaje, hay tantos charlatanes y mirones, tanto fanatismo omnímodo que hasta la bondad se ha resignado. Es la alabanza o el vicio por ambición, todos son consejeros de la reverencia. Me recuerdan a las granadas, tan ácidas y agridulces, como esos gentilhombres que por error o por acierto, dispensé del entorno.
El silencio es una tropa, una tropa que avanza, que avanza y tarda diez años en llegar a su destino.