domingo, 17 de mayo de 2020

Día 64



Cuando estrenamos zapatos nuevos caminamos contentos. A veces hay que acostumbrase a la horma, a las rozaduras, a la suela, pero no interponemos recurso alguno. Cuando estrenamos unos zapatos nuestro rostro está un poco más iluminado. El zapato es un accesorio, nunca será un recurso. Ahora algunos confunden el recurso como si fuera un accesorio y, aunque somos impacientes, no dejan de corroernos los pobres personajes que deciden por nosotros. Son los conciudadanos que desde su palacio toman decisiones y decretos que afectan a nuestra libertad. Y estar descontentos pasa a definirnos como malvados. La sociedad está sufriendo mutaciones, la parte enferma de la sociedad intenta sobreponerse a la parte desarmada (aunque existan argumentos sólidos). Se confunden los accesorios con los recursos.
Siempre me he alejado los recursos ajenos, del aplauso barato, de los propósitos de semejantes que se convertían a la reverencia pública, de la libertad dulce del que es muy feliz y también un infeliz.
Desesperar es de sabios. Levantar el hacha, también. Al igual que leer a Isócrates y olvidarnos para siempre de aquellos que nos gobiernan y manipulan. La pedagogía ya se ha convertido en un artificio inútil. No nos engañarán, los gobiernos son horribles y tenebrosos, son gobiernos.
El sigilo no tiene inconvenientes en admitir su silencio.