lunes, 12 de noviembre de 2012

Será la edad



CUANDO estudiaba EGB la profesora de Música, doña Concha, ponía un disco de vinilo de autores clásicos. Mientras ella se arreglaba las uñas y leía el folletín de Corín Tellado, escuchábamos algo que no entendíamos. Además sonaba raro. Un aula con una pésima acústica y el cuchicheo de los alumnos en una voz baja pero estridente.

Amén de rezar el Padrenuestro en pie cuando entraba por la puerta, las clases de Concha eran divertidas. Sobre todo si sabías que los exámenes los corregía al peso, esto es, cuantos más folios escribieras más nota sacabas.

En el último examen que hice con ella, y tras asegurarme el aprobado, redacté todo lo que había hecho el día anterior. Con pelos y señales. Escribí una veintena de hojas, por las dos caras. La nota fue un 10.

Desde entonces aprendí a amar la música y sus componentes externos: acústica, promoción, didáctica.

Existe diferencia entre la vocación y el entendimiento. Las clases de Lengua y Sociales con Pedro eran geniales. Él sí sabía enseñar y además aprendíamos. ¿Qué más se puede pedir?

Siempre he querido entender la diferencia entre Pedro y Concha pero nunca encuentro una respuesta coherente. Nunca. Será la edad, me digo. Será la edad.