NO hay mayor belleza
que la contemplación de la naturaleza. Es el verdadero centro, el final de la
búsqueda indudable. Los pájaros, las nubes, el verde en sus tonos singulares y
diferentes. Amo el agua, odio el aire. Descubro el fuego en la mera observación.
Son los orígenes del
sentido primero, la naturaleza en una integridad sin diferencias.
Amontono la leña para
el invierno junto al porche. Allí habitarán los animales que buscan en los
troncos un refugio, un escondite. Mancho las manos de un tono inusual, casi
negro y marrón. Contrasta la verdad con la mentira del aire. ¡Falso aire!
La agenda de los
teléfonos con la foto de Nacho, un ángel negro sosteniendo flores, arde en la
chimenea. No hay humo. No hay nada. Apenas se divisa la contemplación junto al
calor del hogar.
Miro la naturaleza.
Alejo los males y las pastillas. Escucho un sonido permanente. Es la verdad, el
centro. Es Platón.