miércoles, 21 de noviembre de 2012

Hasta los pentagramas



AMO México, Chile y Londres. En esos lugares sería feliz. El resto del mundo me reporta las mismas satisfacciones que los no poetas.

Se han escondido las hormigas pero siguen los insectos. En las lechugas las mariquitas y los gusanos abundan.

Marcho de nuevo a Ecuador el 17 de febrero. Preparo la lectura de Esmeraldas. La de Quito está controlada. Quiero visitar La Tolita. Espero que me dejen. Ya preparo los acontecimientos. Iré solo. La compañía aburre como las manifestaciones.

En el trayecto que recorre desde Macas hasta Puyo, en Ecuador, hay un laberinto. No posee espejos. Es el laberinto de Chiguaza. Allí habitan los murciélagos, los condenados murciélagos. Belcebú ha planchado las camisas y ha preparado el desayuno.

No sé si llegaré al viaje. Tampoco sabré si veré la edición de “Idilios” completada. Este viernes en Jerez absorberé basura, mucha basura que arde entre los sabios y los sinsentido. Buenas tardes Tomás.

Juego a vivir pero lo impide la realidad. Vivir al fin y al cabo es un acto que siempre da comienzo en domingo. Y acudiré un viernes.

En México disfruté de las fotos, de las calaveras y del perfume de Natalia en la calle Corregidora. En Chile amé El Tabo, las tres cruces y San Antonio. En Londres Orrery, el Fifteen de Jamie y los taxistas.

Quiero vivir con todas mis fuerzas y el escaparate que recorre mi manifestación engaña.

¡Qué cabrones los niños con su marcha nupcial! Y los mayores, las hembras, hasta los pentagramas.