AMO México, Chile y Londres. En esos
lugares sería feliz. El resto del mundo me reporta las mismas satisfacciones
que los no poetas.
Se han escondido las hormigas pero
siguen los insectos. En las lechugas las mariquitas y los gusanos abundan.
Marcho de nuevo a Ecuador el 17 de
febrero. Preparo la lectura de Esmeraldas. La de Quito está controlada. Quiero
visitar La Tolita. Espero que me dejen. Ya preparo los acontecimientos. Iré solo.
La compañía aburre como las manifestaciones.
En el trayecto que recorre desde Macas
hasta Puyo, en Ecuador, hay un laberinto. No posee espejos. Es el laberinto de
Chiguaza. Allí habitan los murciélagos, los condenados murciélagos. Belcebú ha
planchado las camisas y ha preparado el desayuno.
No sé si llegaré al viaje. Tampoco sabré
si veré la edición de “Idilios” completada. Este viernes en Jerez absorberé
basura, mucha basura que arde entre los sabios y los sinsentido. Buenas tardes Tomás.
Juego a vivir pero lo impide la
realidad. Vivir al fin y al cabo es un acto que siempre da comienzo en domingo.
Y acudiré un viernes.
En México disfruté de las fotos, de las
calaveras y del perfume de Natalia en la calle Corregidora. En Chile amé El
Tabo, las tres cruces y San Antonio. En Londres Orrery, el Fifteen de Jamie y
los taxistas.
Quiero vivir con todas mis fuerzas y el
escaparate que recorre mi manifestación engaña.
¡Qué cabrones los niños con su marcha nupcial! Y los mayores, las hembras, hasta los pentagramas.