LO de tener amigos violentos genera
incertidumbre. Entras al laberinto, sales del laberinto, vuelves a entrar. ¡Qué
difícil! ¡Es complicado! Apenas se percibe el calor o el frío. Es una situación
desesperada. Dice Cervantes que el que lee mucho sabe mucho, aunque deba
ponerme las gafas para atender cada una de las inclinaciones.
En el hospital recuerdo los momentos de
la infancia. Pasan por la cabeza los años en la sastrería de Puerto Real, el
paseo hasta el colegio del Santo Ángel, que si era de la guarda, el hermano
visitador y las broncas en casa de unos padres poco afortunados.
Deseo alejar de la cabeza todo lo que
huela a azotea. Moguer ha pasado a la historia. Es mala la política y peor la
distracción. Entro en el laberinto, salgo del laberinto, vuelvo a entrar.
Mancho los pies de ese barro pegajoso
que tiene la humedad. Permanecen en los zapatos restos de mirto.
Lucrecia Donati me observa en silencio.
También dice Cervantes que quien anda mucho
sabe mucho. Entro en el laberinto, salgo del laberinto, vuelvo a entrar.
El día de hoy ha resultado muy poco
productivo. Solo he quemado tres libros, he roto dos cuadernos y he sacado de
la chimenea a un pájaro moribundo.
La violencia genera indisciplina, odio.
Por eso permanezco en silencio y en soledad. Entro en el laberinto, salgo del
laberinto, vuelvo a entrar.