domingo, 25 de noviembre de 2012

¡Viva el caos!


DESPUÉS del viaje a Barcelona tuve que permanecer varios días en silencio. En silencio absoluto. No pude hacer otra cosa.

Hoy he vuelto a meter las manos en los bolsillos. Buscaba el alimento. El alimento es la lectura, la única sustancia posible y verdadera. El alimento hace la digestión, se expulsa lo que no sirve y permanece lo auténtico. Ocurre que hay poetas enfermos de bulimia y de anorexia. Los no poetas. Aquellos que no leen. Los que no saben leer.

Durante la infancia el alimento tiene suma importancia. Es imprescindible, verdadero, real, cognitivo. Es la única virtud.

La escritura es un acto espontáneo que comienza en domingo.

He recibido un  ejemplar de un libro de poemas y un catálogo editorial. Y lo observo. ¡Basura! ¿Quiénes están entre todos los nombres y apellidos? Nadie. Nadie. Nadie. Sin ellos todo sería realmente todo. Y nada.

El poeta debe aceptar que el único camino posible es el silencio y la soledad. El desprendimiento absoluto. Sin libros, sin reseñas, sin contactos, sin amigos. Silencio y soledad. ¿Lo imaginas? Es el pavor de Kant, “Lacrimosa” del Requiem de Mozart.

¿Lo puedes aceptar? ¿Se han roto tus principios? Nada. Eres nada. Debes ser nada. Es “El Infinito” de Leopardi. La única verdad, la realidad. La unión de la escritura y el alimento.

Pasarás en tu vida de largo sin ser nada, sin conseguir nada. ¿Lo aceptas? Es la única verdad. Sin aceptarlo todo es mentira. ¿Lo aceptas? Claro que no lo deseas, eres un falso, un no poeta, una contrariedad entre las bellotas.

Si das el paso y dices , entonces comenzarás a menguar. Tu cuerpo se verá sorprendido por un encogimiento, que es grandeza, es pureza.

¡Qué bello es el alimento! ¡Qué grande es el silencio! Todo lo demás, incluidos ustedes, no sirven. Sobran todos, todos, todos. ¡Viva el caos! La realidad que soporta el alimento.

Caos y orden. Laberinto y espejo. Silencio y soledad. Si no lo aceptas y sigues en el círculo, falso círculo, hasta puedes conseguir que te otorguen el Nobel, como a Aleixandre por ejemplo. Pero, ¿qué aportó Aleixandre? Destellos, nada más que destellos. Pero el destello no es caos. El destello no es silencio. El destello no es soledad. El destello no es orden. El destello está dentro del círculo y nunca verá el centro, el laberinto indudable que se refleja en el espejo, el que tiene el marco verde.