miércoles, 26 de diciembre de 2012

Dejar de ser



LA poesía. Dejar de ser para ser. Silencio y soledad. Los filósofos griegos. Naturaleza. Ser contemplativo. ¡Somos naturaleza!

Dentro del laberinto nunca veremos la esencia. No está allí. Solo habitan los necios en el centro. Para ser hay que dejar de ser y olvidarse del centro, del laberinto, hasta hay que romper el espejo, aquel que tiene el marco verde. Dejamos de ser un tiempo, solo un espacio.

Existe el miedo alrededor. Aquella vida que deseaba, que contemplaba era mentira. Nada es lo que parece. Y dejamos de ser, entonces convencimos al entendimiento que el centro que observamos no es el centro indudable. Para llegar al auténtico hay que dejar de ser.

Dejar de ser, dejar de ser, dejar de ser. Lo repito en la cabeza desde 1991. Todo es diferente, todo es igual. El misterio de la unidad fragmentada. Es el caos el que rige nuestros principios, el caos más puro. El desconcierto, la mansedumbre.

Sigo recogiendo bellotas. Las huelo. Aquellas que tienen un orificio las deposito en la encimera. Al tiempo la cocina está repleta de gusanos. Con un tono naranja, los invertebrados ocupan todo. Se posicionan. Adquieren adiestramiento.

Vuelvo a llamar a mi madre. Nadie responde. No lo olvides nunca: el misterio es la unidad, el caos,  y allí está la recompensa.