lunes, 10 de diciembre de 2012

Eres naturaleza



SIEMPRE hay una posibilidad entre un millón de poder permanecer eternamente en el centro del laberinto. Y no salir jamás. Allí no dispondrás de más alimento que los propios libros. Estarás en una atmósfera feliz y virtuosa. Tu obra no tiene importancia, ni siquiera verá nunca la luz. Pero es la única manera de encontrar la armonía.

No mantendrás contacto con los seres humanos, el silencio es permanente y la noche habita las reservas. No caerán las bellotas, ni verás a los pájaros. En el centro del laberinto la luz desaparece. La noche es infinita.

Pero debes asumir la responsabilidad de aceptar. Es una decisión que no contempla opciones. Entro en el laberinto, salgo del laberinto. Vuelvo a entrar, salgo de nuevo. La duda no es virtud, es raciocinio. Pero en el centro del laberinto no habita la razón, pervive la armonía.

Puede ocurrir que en la noche divises a las nubes en plena oscuridad, como sombras eternas que se han dejado ver, que quieren que las observes para poder llorar como mortal. Pero puede ocurrir, no pasa muy a menudo.

No renuncias a la naturaleza en el centro del laberinto, eres naturaleza. Tu imagen forma parte de las contemplaciones. Aquellos que te aman oirán tu voz adentro. El mirto, el romero, la lavanda, hasta la hierbabuena, ellos serán familia. Tus pies se confundirán con la tierra que soportas, pasarás a ser tierra, pureza, sensación.

¿Te atreves? ¿De verdad? Ganarás mucho más de lo que pierdes. Piensa por un momento, escucha. Ahora me está llamando. Ahora debo partir. ¡Cuánta armonía!