lunes, 24 de diciembre de 2012

La ley de la incorporación



LA existencia de seres idénticos a ti pero diferentes ya se trató en Confuso laberinto. Era como una creación en cadena donde todos aportan y ninguno persiste. El molde del ser humano, con errores y virtudes, es como un gran espejo que refleja la misma percepción.

Y es que la realidad supera siempre a los experimentos. Lo que a mí me ha tocado vivir no lo comparto. Ni cultivo las amistades ni las atiendo. Prefiero la soledad, el silencio. Me aparto de aquello que pueda desestabilizar mínimamente la existencia y el orden. Amo el caos, aquello que es auténtico y veraz.

Elegí, hace muchos años, esta forma de vida. Me aparté para no volver y, aunque haya vuelto, ha sido de manera exclusiva, esto es, para corroborar aquello que predije. Y estaba en lo cierto. ¡Todo es mentira! Repito en alta voz. La poesía no es verdadera, ni cierta. Ni siquiera es auténtica.

Existen los espejos. La vida es su reflejo. Y vivimos en varios espejos simulados. Quien creó, destruye. Es la ley de la incorporación. Añades, incluso en cadena, con moldes, para acercar la muerte a tus principios.

No llegarás al centro si habitas en ti mismo. No verás esa luz si rodeas tu reflejo en los unos y los otros. Ser uno es enfrentarte a la creación, al reflejo, e incluso al marco verde.

Disponemos de muy pocos recursos. Los que nos han otorgado son utilizados en un porcentaje muy limitado. Apenas un tres por ciento. Tantos como dimensiones vivimos los mortales. Y todo está en la tierra. Nada salió de aquí.

Una vez me encontré por encima de vivos y de muertos. Fue verdad. Era como si flotara. Miraba para abajo y veía las tumbas, los pronombres, los reflejos de todos, las sombras. Dejé de llorar, de amar y hasta de percibir. A mi madre le dije que aquello era un engaño, pero ella sabía que estaba arriba. Me había visto crecer.

Desde entonces fumo tabaco corto, bebo un poco whisky y observo a las personas. Leo poemas de otros y destruyo los míos.

La existencia de todos se refleja en un espejo, y hay muchos espejos paralelos. Es la simulación. Todos son idénticos pero diferentes. Y aquello que movamos provocará tensión, caos, desinterés. Es la esencia del silencio y la soledad. De la única pureza. Del centro indudable. El reflejo habita en nuestro caos. Es la ley de la incorporación.